“Una mujer debe ser dos cosas: quien ella quiera y lo que ella quiera”Coco Chanel

Durante estos últimos dos años, el mundo se puso a prueba y el liderazgo femenino ha sido una revelación ante la adversidad. Aunque la anatomía del cerebro es idéntica en hombres y mujeres, la forma de funcionar es diferente. Nancy Etcoff,  psicóloga e investigadora de la Universidad de Harvard ha establecido que ante el peligro en general, el hombre tiende a pelear o huir, mientras en el cerebro de la mujer existe la posibilidad de un liderazgo más empático, dispuesto a colaborar, a saber escuchar y a trabajar en equipo.

Antes las mujeres para mandar tenían que masculinarse, como lo hizo en su momento Margaret Thatcher ; vestía sacos con hombreras y sus gestos eran duros, amenazantes.  Hoy en día vemos mujeres como Sanna Marin y a  Jacinda Ardern, primera ministra de Finlandia y Nueva Zelanda respectivamente, que toman decisiones, dirigen y  mantienen su esencia femenina mientras enfrentan la pandemia. Esto lo realizan con amabilidad, empatía y elegancia dirigiendo  a sus ciudadanos hacia la salida de este terrible reto.

La diferencia en la estructura física entre el hombre y la mujeres, es compensada por ellas con empatía, sensibilidad  e inteligencia emocional.

Ser fuerte no significa ser agresivo. Los nuevos liderazgos requieren cualidades como la autenticidad, empatía y comunicación asertiva.

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