Solo hay una oportunidad de crear una buena primera impresión.
¿Sabías que en un estudio que se hizo en 1974, se comprobó que los jueces trataban de una forma distinta a los individuos físicamente más atractivos, aunque hubieran cometido el mismo delito, que a otros que no eran tan atractivos?
Ese es el poder de la apariencia, aunque parece algo tan superficial, cuando vemos a una persona, antes de que emita la primera palabra, su ropa, su aspecto o apariencia ya habló.
Juzgamos a las personas a partir de nuestra percepción. El cerebro toma atajos mentales y a partir de su historia o experiencias personales anteriores, asocia detalles para definir si la persona es buena o mala. A esto se le llama efecto halo y es un sesgo cognitivo que se ha estudiado ampliamente en psicología. Se le llama sesgo porque son errores que cometemos en el momento de evaluar la realidad.
Nos ocurre a todos y de una manera inconsciente, al ver a un hombre o una mujer con buena imagen, arreglados, con zapatos limpios, nuestro cerebro le pone atributos como que es un gran profesional, o que es una persona responsable, buena y de éxito. Por más que nos digan “no juzgues el libro por su portada”, hacemos evaluaciones totalmente subjetivas.
Por eso es tan importante cuidar la primera impresión, porque se ha comprobado que ésta formará parte de una evaluación global. Ya sea para tu entrevista de trabajo o el día que conoces a tus suegros, querrás dejar una buena impresión.
También es importante saber de este sesgo para cuando juzguemos a alguien más, lo tratemos de hacer de una forma más racional, no quedarnos con la primera observación y poner más atención para tener una valoración de las personas más real.
¿Cuál es la imagen correcta? Depende de tu actividad, pero lo importante es ser congruente con lo que piensas, haces y dices, una buena imagen te hace más creíble. Me encanta una frase que dice: para serlo primero hay que parecerlo. Y la de vístete para el trabajo que quieres tener, eso ya te pone en cierta actitud con el objetivo claro.