El Diálogo de Miradas con la Madre.

“El alma que hablar puede por los ojos, también puede besar con la mirada”.

Gustavo Adolfo Bécquer

Desde que nacemos, mucho antes de que empecemos a hablar, nuestro cuerpo ya se expresa y se las arregla para hacer saber a la mamá o cuidador principal, si tenemos hambre, frio o si algo nos molesta. De hecho nuestra supervivencia depende de la habilidad de nuestra madre para saber si lloramos de dolor o de berrinche.

Después de varios estudios se ha concluido que en general las mujeres somos mejores para leer el lenguaje no verbal, aunque hay excepciones con hombres muy hábiles para detectar las emociones de los demás. Estos resultados quizás tengan que ver con el instinto materno o con nuestra disposición natural a la empatía.

La madre a través de sus cuidados, su alimentación, su tono de voz amable y de su contacto piel con piel, le transmite al bebe confianza para que se adapte más fácilmente a la vida fuera del vientre materno. Pero uno de los canales más importantes es la mirada, yo recuerdo cuando nacieron mis bebés esa maravilla de verlos por primera vez y quedarnos viendo por horas como queriendo explicarles todo el mundo con los ojos.

La mirada, es nuestra identidad, desde que vemos a los ojos a alguien podemos entender mucho de su manera de ser. También es un reto decir algo difícil a alguien a la cara, siempre es más cómodo, aunque no siempre correcto hacerlo vía mensaje de texto, o protegidos por la distancia desde un teléfono, pero si vas a comprometerte a algo o renunciar también lo debes hacer dando la cara, o más bien la mirada.

El cerebro en segundos de observar a alguien puede establecer si se trata de un amigo o enemigo, de una persona agradable o alguien que puede representar un peligro para nuestra sobrevivencia.

Al observar la mirada del otro podemos tener mucha información que tardaría mucho tiempo en verbalizar, por ejemplo cuando ves la mirada de susto en tu hijo.

El contacto visual directo con otra persona es la más frecuente y más poderosa señal no verbal que tenemos, es importante incluso en los animales, ya que después de unos segundos se establece si habrá intimidad o un ataque.

Pero en el día de la madre, cómo olvidar la mirada de la mía. Recuerdo particularmente una vez que entré en una competencia para irme a bailar a Nueva York, y estaba en plena competencia, atenta a la música y a la coreografía, pero recuerdo esa mirada de orgullo y de aliento de mi mamá que solo me impulsaba a dar mi mejor esfuerzo.

En este día de las madres, aprecia la mirada de tu mamá si aun la tienes, y si no recuerda esos ojos que se mojaban e iluminaban tan fácil solo con verte, el recordar la mirada de mamá nos conecta con el amor, la esperanza y la vida.

Feliz día de las madres a las que están y a las que ya no están y nos dejaron llenos los corazones con su recuerdo.

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