Ser Persuasivos
"El tipo más elevado de hombre es el que obra antes de hablar, y profesa lo que practica". Confucio
¿Quién no quiere ser más persuasivo? Aunque parece que es una cualidad negativa, persuadir es la capacidad de influenciar, inspirar o seducir para que te elijan a ti, para que te compren a ti o para que sigan tus recomendaciones.
En el otro extremo, está la manipulación, que sí tiene una connotación negativa porque cuando manipulamos a alguien, le estamos dando la calidad de objeto. Por ejemplo: yo manipulo una pluma, manipulo una botella de agua, es decir, objetos. Cuando manipulo a alguien no le estoy dando la calidad de persona.
La línea es muy delgada pero lo podemos entender así: cuando manipulamos,es para obtener un beneficio personal a costa de otro; cuando persuadimos a otra persona procuramos que la ganancia sea para ambas partes y también existe la posiblidad de querer el bien desinteresado de la otra persona. Por ejemplo, quiero que alguien no sea bulímico, por su bien, por su salud, aunque a mí no me traiga un beneficio directo, es una persuasión altruista.
A lo largo de la historia podemos ver a grandes manipuladores, como: Trump, Hitler, Stalin, que arrastran masas para lograr sus objetivos personales y se llevan “entre las patas” a muchísima gente; también hemos visto personajes con capacidad de inspirar y persuadir, como Gandhi o Martin Luther King.
¿Qué podemos hacer con el lenguaje corporal para ser más persuasivos?
En mi libro Lenguaje Sin Palabras hablo del rapport, que es esta sintonía que se logra con las demás personas cuando estás en armonía, y favorece la comunicación. Seguro lo has visto cuando dos amigas están juntas y se sientan igual y se mueven muy parecido, como “espejeándose”.
Por nuestras neuronas espejo, se da una “resonancia límbica”; hay una tendencia natural a que con la mímica repliquemos el lenguaje no verbal de la otra persona, lo cual hace que la empatía y el entendimiento se den más fácil y de manera natural.
Para generar esete lenguaje corporal del rapport, es muy importante la presencia, lo cual no se refiere a estar guapo(a), sino a estar al 100% atento(a) y presente.
Amy Cuddy, en su libro El poder de la presencia, dice: “Cuando nos sentimos presentes, nuestras palabras, expresiones faciales, posturas y movimientos están en armonía. Se sincronizan y se centran. Y esta convergencia y armonía interior es patente y resonante, porque es real”.
Te dejo tres tips para mejorar tu presencia, tu rapport y, así, tu poder de persuasión:
Procura mostrar calma, a la mayoría de las personas no les gusta estar con alguien que todo el tiempo se mueve o está ansioso.
Aprende a escuchar, de una manera activa, callando tu voz interior que tiende a juzgar y que todo el tiempo trata de dar su opinión.
Y , cuando venga al caso, sonríe; la sonrisa es mágica para conectar.
En términos de persuasión, recordamos el triángulo de Aristóteles, quien decía que para persuadir es importante que éthos, pathos y logos vayan en la misma dirección, es decir: hay que ser congruentes entre lo que decimos, lo que hacemos y lo que motramos.
Hay muchas técnicas de persuasión, pero aquí te dejo una de las más comunes: la reciprocidad. El experto en ponerla en práctica era Don Corleone, de la novela de Mario Puzo. Algunos comerciantes lo saben muy bien y la usan cuando te dan algo
“gratuito”; así nos sentimos obligados a corresponder de alguna manera, aunque sea comprándoles algo.