El Saludo es determinante en las relaciones interpersonales.
“Por grande que sea el puesto, ha de mostrar que es mayor la persona.” Baltasar Gracián
Cuando hay un encuentro ente mandatarios, lo que nosotros no vemos en general es la fila de reporteros y fotógrafos tratando de capturar ese instante del contacto. ¿sSabes por qué?
Porque hay mucha información no verbal que surge de ese encuentro. ¿Quién estira la mano primero?, ¿quién tiene prisa?, ¿quién ya se quiere soltar por incomodidad?
El saludo muestra el comienzo de la interacción y mucho de lo que pasará después dependerá de ese momento.
El saludo es distinto según la cultura y además ha cambiado a lo largo de la historia.
En el siglo XIX en encuentros en salones y reuniones, era común inclinar la cabeza hacia abajo en señal de respeto; cuando los hombres se saludaban en la calle lo hacían con una elevación del sombrero.
En algunos lugares se saludan con un beso en la mejilla; en otros como España, es con dos besos; los esquimales se saludan frotando las narices.
En sus orígenes, el saludo se usaba para sellar un acuerdo o para mostrar un acercamiento; los romanos ofrecían y apretaban el antebrazo y era una forma de mostrar que no traían armas.
Hay tres tipos de saludo según la colocación de la mano.
Está el saludo dominante, en el cual quien saluda pone su mano arriba y la palma se dirige hacia abajo, es un saludo del jefe o del dueño que quiere mostrar superioridad. También está el saludo sumiso, que es exactamente lo contrario que el dominante, o sea, consiste en girar la mano hacia arriba y mostrar la palma, es una señal de sumisión o de humildad; a veces lo hacen los hombres hacia una mujer como detalle de respeto o caballerosidad. Aunque el saludo ideal es el equilibrado en el que las manos quedan exactamente igual, palma a palma.
Cuando hablamos de saludos ente políticos, no podemos olvidar los saludos del presidente estadounidense Donald Trump; él quería mostrar quién era el macho alfa que marcaba el territorio antes de comenzar la relación.
Iniciaba siempre con la palma hacia arriba (sumisión), pero en cuanto tomaba la mano de su contraparte, empezaba a jalonear y estirar; además, extendía el tiempo del saludo, que generalmente dura entre 5 y 7 segundos para llevarlo hasta los 19 segundos más largos, por ejemplo, de la vida de Shinzo Abe, primer ministro de Japón, que mostraba su incomodidad con su expresión facial.
Hay otra imagen en internet del primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en la oficina de Trump, y cuando el expresidente estadounidense le ofrece la mano, Trudeau duda un momento, se le queda viendo como diciendo “ésta es su arma” y después lo saluda dejando ver su incomodidad.
Tanto el primer ministro canadiense como el presidente francés Emmanuel Macron, fueron víctimas de Trump. Hasta que en la Cumbre del G7 en Canadá, Macron le dio tal apretón a Trump que le dejó marcados los dedos, además no lo soltaba. Al terminar le preguntaron al presidente francés que por qué había lo hecho, a lo que respondió que su saludo no era inocente, y añadió: “En política hay que mostrar que no se hacen pequeñas concesiones, ni las simbólicas”.
Macron estudió mucho como enfrentar a este macho alfa y lo hizo con inteligencia.
No solo entre políticos, entre cualquier persona ese primer encuentro puede definir la relación a futuro. Te dejo tres tips:
1. Saluda haciendo contacto visual, mostrando el 100% de tu atención, no voltees a otro lado ni a la siguiente persona que vas a saludar, como pensando en tu siguiente actividad.
2. Si además de ofrecer tu mano sonríes, vas a crear sintonía y serás mejor recibido.
3. Si por la covid te preocupa el contacto físico, puedes saludar al estilo budista, en el que se saluda diciendo “Namasté” – que quire decir: “Lo divino en mí saluda a lo divino en ti”- al mismo tiempo que se unen las manos a la altura del pecho y se inclina la cabeza. Es básicamente una forma respetuosa y cálida de saludar y también de despedirse.